viernes, 29 de mayo de 2009

Aforismo fácil

Da la sensación de que los periodistas optimistas se fueron todos al Sport

lunes, 25 de mayo de 2009

Obras de deConstrucción en el Institut del Teatre

Año cero. Los niños que poblaban el planeta se han extinguido hasta el punto de que sólo queda uno. Esto ha sido posible gracias al tratamiento médico al que se les sometió con el fin de que perdieran sus absurdas costumbres y su irritable comportamiento, que tanto lastraron el desarrollo de la humanidad. Cuando la escena sumerge al espectador en una aséptica oscuridad, en el centro, un vaso acapara su atención. Un chorro de leche violácea lo baña y aunque lo desborda no cesa. "¿Por qué?", preguntó en su día un crítico teatral formado en la vieja escuela. "¿Que por qué?" repite burlona Marta Galán, autora de la pieza, cuando rememora la anécdota en el aula de l'Institut del Teatre (IT) "ni siquiera tuvo la delicadeza de entenderlo como una metáfora. Para mí esta imagen representa el Teatro, para otro no sé… Ahora ya me he acostumbrado a ignorar las críticas. Y es que hoy en día en España se analizan los proyecto no convencionales con la misma mirada que una obra clásica de argumento lineal". Los estudiantes de l'Institut la escuchan con atención mientras miran las imágenes que su creadora proyecta en la pared de una de las aulas. Pero no se trata de un miércoles cualquiera de clase: la Assemblea d’Estudiants de l’Institut del Teatre (AEIT) ha convocado una serie de programas docentes paralelos enmarcados en lo que han bautizado como Setmana Deformativa. 

En ella, algunos estudiantes del Institut han querido representar el tipo de educación que les gustaría tener -aprovechando la revisión que se abre con Bolonia- a través de la organización de mesas redondas, talleres y colaboraciones artísticas. Han reivindicado intervenciones desde todas las áreas del conocimiento que tienen por referentes. Desde arquitectos a grupos de creación cultural. Todos ellos comparten una rasgo común: la voluntad de trabajar de manera interdisciplinaria

Esta revisión tiene su base en una reflexión mucho más profunda: la tendencia, en la escena barcelonesa, a colmar las salas con un teatro familiar, clásico y de fácil digestión. Lo cual cubre una demanda de mercado significativa. El problema viene cuando se hace en detrimento del otro teatro, el de autor, el reflexivo, creativo, que marca tendencia o la aniquila; aquel en el que un vaso chorreante de leche violácea puede representar el teatro. O la libertad. 

lunes, 18 de mayo de 2009

Un cuarto propio. Virginia Woolf

El año pasado alguien con mucha fe me regaló, para mi veinte cumpleaños, un librito de apenas 125 páginas con un contenido incendiario. Puede que a estas alturas, en estas coordenadas planetarias, parezca un tema ya superado, pero a mí me resultó de tremenda vigencia.


Las mujeres y la literatura. La mujer como escritora, como musa, como sombra y como testigo de una historia que no la incluye pero la castiga. La distorsión de su imagen contra la que no ha podido luchar. La dificultad de crear. La dificultad de crear a la vez que se lucha contra la desigualdad social, económica y moral. Y a pesar de ésta, los ejemplos de mujeres que lo han logrado. 


Para escribir, es decir, para valorarse, la mujer debe conseguir, en primera instancia, un cuarto y una renta propios. El resto vendrá solo. 


sábado, 16 de mayo de 2009

Aforismo II

No hay más camino que la cuerda floja

ni medio de transporte que no sean los zancos
ni modo de evitar meter, a cada rato, un dedo en el ventilador

Prohibido a los nerviosos. Alfred Hitchcock

miércoles, 13 de mayo de 2009

¿En una palabra?


Inquietud



Este espacio en blanco y hueco me permite expresar lo prohibido. Lo que nada vale. Lo que está fuera de lugar -y no por rebeldía. 
Es mi voz en un mar de voces. Es mi voz y al fin la escucho.

martes, 12 de mayo de 2009

Aforismo I

Lo único que puede ofrecernos nuestra civilización es confort.
Oscar Wilde

lunes, 4 de mayo de 2009

Cómo disfrutar de un ocio imaginario

En los últimos dos siglos el asalariado ha sido testigo de un incremento espectacular de sus horas de ocio -teniendo en cuenta que a principios del siglo XIX contaba únicamente con dos horas diarias, fines de semanas incluidos-. Que alguien me sacuda fuerte si vuelvo siquiera a pensar que el asalariado únicamente ha sido testigo, se lo ruego. Precisando: se ha organizado, ha reivindicado y protestado por su derecho a unas merecidas vacaciones. Y algo ha conseguido, aunque nadie aspire a la corona. Nosotros, los estudiantes también hemos conseguido cosas. Y ha sido hermoso. Pero ocio no. 

OCIO NO
Les pondré un ejemplo ilustrativo: mes de mayo en un piso de estudiantes (que no tiene por qué existir) de una ciudad española. M... lleva seis horas conectada a su portátil para completar un trabajo final de Psicología Social de la Comunicación  y su respectivo power point. En el escritorio le espera un comentario de Elisardo Becoña, un resumen para un examen de Atención y Percepción y una película de Jarmush que nunca llegará a ver. La conexión va y viene y en sus vaivenes M... va robándole tiempo a su carrera para poder ver que se cuece por Facebook y quizás por algún blog (que tampoco tiene por qué existir). El caso es que llega el final del día y M... siente que no ha avanzado mucho pero está harta de trabajar. 

Por suerte es viernes y, aunque M... está cansada, va a robarle tiempo al sueño para salir a tomar algo por ahí. Tres horas más tarde su estado etílico le dice que no pueden haber pasado menos de seis y M... regresa a casa feliz de haber podido trabajar, disfrutar y, al fin, dormir en un sólo día. Y mañana a jugar a la mitología: más de lo mismo hasta dejar el hígado destrozado.

Ocio no, damas y caballeros. Esto no puede ser llamado ocio. Pero, qué hacer. Tal vez cuando nos licenciemos...

Conversaciones entre Bukowski y Sparrow

Confieso que llevaba ya una borrachera considerable cuando entré en esa taberna de Isla Tortuga. Aún así, es cierto que un pirata nunca olvida al hombre que le derrota en una ronda de ron. 

Entré a la taberna después de recibir varios tortazos consecutivos de diversas y bellas damas que de nada recordaba. Ya estaba acostumbrado, así que continué sin preguntar. Un hombre sentado en una mesa solitaria captó mi atención. Me era muy familiar y decidí acercarme. Me incliné un poco para verle mejor, entorné los ojos y no me quedó duda:

-¡Charles Bukowski! ¿Eres tú, verdad?
-Digamos que si- no permití que su sequedad frenara la conversación, que se prometía interesante.  
-¡El viejo Bukowski! He leído alguna cosa tuya...
-Ah, ¿si?- musitó sin mucho interés
-Si y la verdad...- jamás vi tanta indiferencia en un rostro humano- fue un mal presagio

No dijo nada por espacio de medio minuto.

-¿Y tú quién eres?- al fin se dignó a mirarme a los ojos.
-Un vagabundo del fondo marino, un alma errante, un...
-Borracho- me interrumpió-. ¿Podrías ir al grano?- aunque algo ofendido, no pude más que contestar a ese pobre infeliz
-Soy el Capitán Jack Sparrow, un placer conocerle- le dije tendiendo mi mano. Él me tendió un vaso colmado, cosa que juzgué mucho más amable.
-¿Y se puede saber qué leíste?
-Tu último libro, me llamó la atención el nombre, se que no era más que una metáfora, pero me trajo mala suerte. A la semana de leerlo mi tripulación tomó mi querida Perla.
-Vaya hombre, eso te pasa por tener tanto apego a toda esa mierda de objetos materiales. 
-No te atrevas a hablar así de mi buque. Te reto a un duelo pirata.
-Paso de tus jodidas locuras, tio.
-Muy bien, entonces haremos otra cosa...

Y así fue como acabamos enfrascados en una competición de jarras de ron que se alargó hasta el amanecer y me llevó a despertarme al día siguiente en un buque de la Armada del Mar del Sur. Este hombre me mata.
 


Mamá quiero ser pirata

En el más sucio rincón de mi negro corazón

De todo todísimo el abanico de personajes que pueblan la cabeza de la niña hay uno que la turba y agita. No siente por él una identificación profunda. Más bien representa sus sueños más salvajes, sus ansias de libertad, su filosofía de vida silvestre. Todas aquellas cosas que guardó en una cajita el día en que decidió permitir que decidieran por ella. 

CARTA A UN PIRATA

Maldito seas Jack Sparrow.
Después de estar contigo la niña no tiene hambre, la niña no puede dormir. Solo quiere zarpar en la Perla rumbo a ninguna parte. Y es que le has vendido una historia de piratas buenos. Ahora cree que todos son tan valientes, cómicos, ocurrentes, independientes, honrados y salvajes como tú. Que son todos buenos compañeros, ágiles y excéntricos como tú. Que tienen un lado oscuro -pequeñito- egoísta e interesado. Que les acosa una sola ambición, la de ser capitán de un barco embrujado, como tu Perla Negra. Y, cómo no, les perdona: "es que tienen un corazón pirata". 
Si tiene que inventar un cuento, se sitúa como protagonista pero encarna tu papel. Exprime tu carisma para que toda la historia gire al rededor de lo que más le gusta de tí: tu gestualidad, tu discurso afectado y cómico.
Está bien, Capitán. Sé que eres sólo un personaje. Que quizás lo máximo que has aportado al mundo sea un pequeño alejamiento de Disney del puritanismo al que sus personajes e historias nos tienen acostumbrados. Pero prométeme que no te la llevarás. Que como máximo harás un par de películas más y la dejaras crecer tranquila. 

Saludos,

Una madre preocupada.


domingo, 3 de mayo de 2009

Peldaños más, peldaños menos

-Júlio Cortázar. Instrucciones para subir una escalera

Me atraen las escaleras. Tanto el objeto como el lugar, la palabra y su símbolo. Las escaleras son:
Un lugar de encuentro, a veces, indeseado.
Una especie de limbo, quien allí está solo está de paso.
Un conducto que permite ascender y descender al espíritu, a la mente y las pasiones más infames.
Un curioso lugar donde encontrar la muerte.
Famosas. Su disputa con el ascensor ha suscitado ya polémicos debates.

Las escaleras:
Son motivo bíblicos
Son motivo de un cuentos
Son motivo de obras de arte
Son motivo de películas
Son motivo de sueño

Y seguramente me acordaré de muchas cosas más cuando apague el ordenador y baje a por el periódico. Por qué serás tan cruel, esprit d'escalier?