domingo, 15 de marzo de 2009

Viajo para conocer mi geografía

No puedo contenerlo más. Necesito confesar esto publicamente: hace un mes que no vivo. Mis horas se consumen frente a una pequeña pantalla, la misma desde la que ahora me comunico. Antes yo también prefería un buen libro o un clásico del celuloide a esto. Pero dos días antes del último exámen de febrero alguien tuvo la maldad de mostrarme el primer capítulo de Lost. Y Megavídeo hizo el resto.

Tras los primeros cuatro capítulos vistos del tirón decidí que tenía una carrera que sacarme y que debía contener aquella fiebre hasta después de exámenes. No fue duro, pero el 11 de febrero salí dispara del exámen de Projectes hacia nuestra querida Hemeroteca, donde alcancé hasta el capítulo 16 de la primera temporada de Lost. Mi adicción se ha mantenido a buen ritmo –a pesar de que el cuerpo se resiente-, estoy dejando de soñar con Richard y Hurley y calculo que la semana que viene estaré lista para ir a Bharma, el bar dedicado a la serie que algún freak ha abierto en Poblenou, a ver el noveno capítulo de la quinta temporada, un día después de que se estrene en Estados Unidos.

Todo esto a santo de qué, se preguntarán. Les explico: al ver la web 2.0 de Santiago Tejedor dedicada al ciberperiodismo de viajes no puede dejar de asaltarme la duda de si él estará también enganchado a la serie. Ambos proyectos apelan a un sentimiento que juzgo considerablemente rentable hoy en día: nuestra necesidad de aventura. Y cuál es la razón de esta necesidad común que, quien más quien menos, todos albergamos.

Para mí es pura promesa, una caja sin abrir que contiene posibilidades infinitas, quizás desconocidas. Al final, acaba siendo la transposición de nuestra persona en un espacio distinto, nuevo. Esto nos permite conocer hasta que punto somos y hasta que punto el entorno es en nosotros. Por eso nos mata de curiosidad la pregunta “¿Quién sería yo en Lost?”. Ni nos planteamos la terrorífica respuesta: “Uno de los extras”.

El proyecto tuAventura.org invita a todo aquel que se precie a realizar crónicas de sus viajes y cede un espacio para que puedan publicarlas. El grueso de la web se concentra en las secciones de “Noticias”, “Rincones del mundo” y “Tu aventura” en las que colaboradores de todo el planeta escriben noticias de viajes, hablan de ciertos lugares a partir de sus viajes y también hacen pequeñas crónicas de sus viajes. Existe otro rincón, obligado, dedicado al fotoperiodismo. Éste quizás debería tener un formato de presentación más cercano a Flickr que a la de un blog con imágenes, para otorgarles a éstas valor en si mismas, no como un complemento más de la información escrita.

En general lo que ofrece Santiago Tejedor es una buena oportunidad para darle un bocadito a ese sueño que comparten muchos de los que escriben humildemente en estos blogs: ser corresponsal o enviado especial. Porque Tejedor sabe que a pesar de la facultad aun hay quien sigue queriendo ser periodista, pero de los que viajan con Heródoto.

Despido la conexión, que está llegando la hora del capitulillo.

jueves, 12 de marzo de 2009

La Biblia junto al calefón

Hemos podido verlo una vez más hace pocas semanas en la subasta de la colección de arte del fallecido diseñador Yves Saint Laurent: el mercado del arte supone -y puede sonar paradójico- la devaluación de su objeto como tal.

El buen gusto, entendido como el valor que una casa de subastas puede otorgarle a una pieza artística, gran enemigo de Picasso, ha ganado la batalla al gusto personal. Eso sí es un insulto. La frivolidad se adueña de los círculos artísticos y ya no es quien más admira y estudia al artista el que posee su obra -como podría ser el caso de las polémicas estatuillas chinas-, éste quizás no llegue a verla nunca, sino el que posee los millones que se piden por ella. ¿Y qué interés tiene por ella? Especulación. Van Gogh, Goya, Hirst... substituyen la compra de acciones en Wall Street en tiempos de crisis. El optimista puede pensar por que por fin se decidieron por lo tangible.

Pero hablando de Hirst ... para mí que más de un millonario se llevará una decepción terrible al darse cuenta de que no ha hecho más que comprar el traje nuevo del emperador. Por que no creo que sea fácil encontrar un salón que combine con el particular zoológico de formol creado por el artista. Espero con ansia el día en que Mr. Hirst decida hacer arte sobre su propio cuerpo.

Al pensar en estas cosas una se pregunta si es lógico que esta sea la consecuencia del siglo que empezó con las vanguardias europeas. Parece que nadie entendió a Duchamp. O quizás este tipo de prácticas sean el urinario en el museo llevado a su máxima expresión. La carcajada más grotesca en la cara de quién cree que está expresando sentimientos. De quién se cree que puede comprarlos.


PD: en mi humilde opinión, señor Perceval, nuestros amigos los moriscos no deberían permitir que hablara de ellos nadie más que usted.

domingo, 1 de marzo de 2009

¿Es posible la creación estética prescindiendo de los tópicos?



¿Para qué sirve un escritor si no para destruir la literatura?

-Rayuela. J. Cortázar. 


Qué sería de Londres sin el punk, de Andalucía sin su siesta, del amor sin París. Qué sería de los abuelos del parque sin sus batallitas y fantasmas. Qué de sus nietas sin la minifalda. Qué del borracho sin la farola. Qué sería de la isla sin el sol y playa. Qué de la farándula sin sus excentricidades. De los malditos sin la absenta.

Estas reducciones de la realidad permiten al auteur transmitir en un segundo toda la carga que pretende concentrar en un elemento de su obra: que entendamos de un chispazo quién es el malo de la película, que presagiemos la fatalidad en un agudo la bemol. Para mí se trata nada más que de inocencia. Romanticismo, si se quiere -término odiado por muchos, quizás por caer en el error de tomárselo demasiado enserio-. Tópicos. Piezas todas integradoras de un imaginario colectivo que se ha ido construyendo libremente hasta convertirse casi en ley. A veces, y esta es la cara menos amable, en negocio.

Pero volvamos a esta concepción romántica del tópico. Si ésta me resulta atractiva imaginen la idea de rodearla de dinamita y hacerla volar por los aires. El ser humano, para entender tanto infinito, necesita de la simplificación, dada su naturaleza limitada y perenne. De no ser por ésta la sensación de vértigo podría llegar a ser fatal. Y con nuestro miedo a las alturas juegan algunos creadores. Ellos se alimentan del tópico para aniquilarlo. Son matricidas encantadores. La triple vuelta a la tortilla que solo es capaz de dar el genio, porque es la que cambia el rumbo de la nave.

El resto también crea vida a partir de los tópicos, pero de otro modo. Unos, como el pintor costumbrista Joaquín Sorolla, de cuya -tópica y benevolente- visión de España podemos disfrutar hasta el 3 de mayo en el MNAC, explotan estas formas de "conocimiento"; otros, tratan de situarse lo más lejos que pueden de él y crear fuera de sus fronteras. Pero ignorarlo, jamás.

Que se lo digan al caballero de la triste figura o a Norman Bates. Para qué huir de los tópicos si se puede construir un hermoso paisaje con sus entrañas.







PD: qué difícil, señor Perceval, pero qué divertido. En breves prometo una de moriscos, no sé porqué, pero se me están resistiendo los condenados.